Pongo
un pie en Sevilla e inmediatamente la sonrisa se dibuja en mi cara. El corazón
se expande y el alma se vuelve flamenca. No sé qué tiene esa ciudad que me
invita a soñar y me regala sus alas para así poder volar hasta donde se encuentran
mis más altos sueños, esos que están llenos de verdad. El color de sus calles
me envuelve de alegría y el soniquete del Guadalquivir acompasa mis latidos con
el vaivén de sus aguas. Allí me siento plena, capaz, valiente y esperanzada
pues el nombre de sus dos Vírgenes, Esperanza
las dos (una de Triana y la otra Macarena) se vuelve realidad dentro de mí. Con
todas esas sensaciones despeinándome los sentidos me abandono y la imaginación
(fiel compañera del sueño) se hace dueña de mí… Y entonces aparece una mano
apretando la mía, unos ojos cómplices que convierten mi mirada en la suya, esa
risa maravillosa, la caricia eterna, el silencio cargado de paz… ¡Sevilla es
mágica!
¡Ea!
Pues vamos a ver si ahora después de tanta intensidad soy capaz de centrarme
para poder contaros cuál fue la excusa que me hizo viajar hasta mi otro hogar… ¡Al lío!
Desde
hace veinte años se viene celebrando el “Salón
Internacional de la Feria Flamenca”
(SIMOF) allí. Yo ya tuve el placer de haber podido visitarlo en anteriores ediciones,
pero en esta ocasión me hacía especial ilusión pues las creaciones de mi amiga,
Rocío Peralta, iban a desfilar en
sus pasarelas por segundo año consecutivo.
Tras
recibir la invitación nos pusimos manos a la obra con las maletas mi hermana y
yo. Una vez todo listo cogimos carretera y manta escuchando, obviamente, una
canción flamenca tras otra. ¡Qué “jartibles” podemos llegar a ser! Pero el
tiempo transcurrió volando y por fin nos vimos pisando nuestras adoradas calzadas
trianeras. Nos acicalamos y perfumamos y en cuanto llegó nuestra amiga Bea a por nosotras, allá que nos fuimos
ilusionadas.
Nada
más cruzar las puertas de FIBES nos
impactó la visión de las últimas veinticinco maquetas de las portadas de la Feria de Sevilla. La cosa
pintaba bien… Mi hermana Ana no
dejaba de reírse, risa floja que se llama, y Bea y yo aprovechamos para ponernos al día de nuestras cosillas
mientras llegaba la hora del desfile.
En
cuanto lo anunciaron por megafonía y teniendo que dejar nuestras cervecitas y
confidencias a medias, nos dirigimos hacia el pabellón donde se iba a celebrar.
En primera fila nos sentaron, detallazo por parte de Rocío, y expectantes quedamos hasta que sonó el primer acorde.
Con mi hermana Ana y mi amiga Bea Vega.
Con mi hermana Ana y Carlos Telmo (Blog "Telmo te tienta")
A
partir de ese momento todo fue una explosión de color y vitalidad. Y es que se
me ha olvidado contaros que la colección lleva por nombre “Despertares: ritmo y sabor”. Pues sí señor, de eso fue de lo que
estuvo repleto, de mucho ritmo y mucho sabor. Las modelos paseaban sus vestido
al compás de samba (a mí desde la silla se me movían los pies) y todos los tonos
del arcoíris iluminaron la pasarela. Y
es que Rocío quiso hacerle un guiño
a nuestra querida Suramérica adaptando a la moda flamenca las reminiscencias
tropicales de aquellas bellas y queridas tierras.
Manteniéndose
fiel al clasicismo de la confección flamenca, presentó cuarenta creaciones
repletas de lunares y flores, adornados todos ellos con unos tocados al más
puro estilo “mami que será lo que quiere
el negro” (con sus frutitas, pajaritos y floridos adornos) además de unos llamativos
pendientes y unos mantoncillos superpuestos que ya quisiera yo para la Feria que entra. ¡TODO UN
ÉXITO!
Rocío Peralta y Eva Gónzalez en el cierre del desfile.
Una
vez terminó y tras repartir unos cuantos saludos, besos y abrazos, a celebrarlo
que nos fuimos y… hasta aquí puedo leer. Lo demás se lo dejo a vuestra
imaginación. No será tarea difícil después de la introducción que me he
marcado…
Me
despido hasta la próxima no sin antes escribiros la cita de hoy. Es de André Maurois, novelista y ensayista
francés y dice así: “Una ilusión eterna,
o por lo menos que renace a menudo en el alma humana, está muy cerca de ser una
realidad”.
Besos
y abrazos a repartir,
Yeyes.
NOTA:
Quiero darle las gracias a mi hermana Ana
por alumbrar mi alma todos los días. También se las quiero dar a mi amiga
trianera Bea Vega porque es capaz de
llegar hasta dónde muy pocos saben… Y a Rocío
Peralta (www.rocioperalta.com) por haberme regalado tanto cariño, belleza y talento.