Desde
el mismo momento en que se dio la noticia de que Josemari se iba a encerrar con
seis toros en La Feria
de Sevilla, mis amigos y yo decidimos organizar un viaje para no perdernos EL ACONTECIMIENTO. Lo primero que hicimos fue crear un grupo en whatsapp al que
mi ingeniosa amiga María bautizó como “Toros y Cerditos”. ¡No pongáis cara de
susto! Os explico el porqué de lo de cerditos. Otra de mis amigas, Rosalba,
en cuanto se enteró de los carteles de Sevilla le regaló a su novio José una
hucha para que ahorrara algo para el viaje… Así, cada vez
que alguno de los amigos llegaba a su casa echaba en ella la voluntad.
No sé si al final los ahorros porcinos dieron mucho de sí… pero el nombre, como
podréis comprobar, ya creo que lo hizo.
Famosa hucha con forma de cerdito.
Bueno,
pues en este peculiar grupo fuimos concretando los pormenores del viaje a lo
largo de casi tres meses y, a parte de reírnos con las genialidades de sus
miembros, fuimos contagiándonos la ilusión unos a otros.
Llegó
la hora de la verdad. Después de haber pasado los días previos comentando entre
las chicas los modelitos que nos íbamos a llevar, el viernes por la mañana
salimos en dos coches destino: SEVILLA. No sé si os podréis imaginar cómo fue
el viaje de ida, pero si os comento que mis amigos son de lo más ocurrentes,
concluiréis en que las risas estuvieron aseguradas.
A
eso de la media tarde ya estábamos allí y antes de ponernos a sacar maletas,
nos tomamos unas cañitas en el hotel donde siempre se queda mi hermano cuando
torea en Sevilla: “Los Lebreros”. Ninguno achacamos demasiado los casi 700 km de camino. Estábamos
ansiosos por disfrutar de la cantidad de opciones que siempre ofrece esta
maravillosa ciudad. Y entre anécdotas del viaje y más risas, concretamos la hora
de la cena y nos dispusimos a arreglarnos.
Como
ya os comenté en el post anterior, la encargada de organizar la cena fue mi
amiga Bea Vega y he de decir que no pudo elegir mejor sitio que “El
Volapié” en el barrio de Triana. Os diré que no hay vez que ponga un pie en
Sevilla y no pase por allí aunque sea para tomarme una coca-cola. Y es que, a
parte de que allí se come como en pocos sitios y a un precio mejor que bueno,
sus dueños están “sembraos” y les sale el arte por los cuatro costados. Si tenéis
la oportunidad de ir, no dejéis de hacerlo. Estoy convencida de que me daréis
la razón.
Tarjeta de visita y detalles
del restaurante "El Volapié".
Os
sigo contando. En “El Volapié” cenamos a cuerpo de rey y alargamos la sobremesa
con una copita a la que nos invitaron sus simpáticos dueños. Cuando vayáis, no os sorprendáis si se arranca a cantar en el momento más inesperado
alguno de los comensales de las mesas vecinas… porque así nos ocurrió a
nosotros. Y ¡cómo no! mi hermana Ana ni corta ni perezosa se
levantó de la silla, cogió el pañuelo que llevaba al cuello y se puso a torear
al compás de los tangos que sonaban. La ovación de todo el que estaba en el
restaurante fue casi maestrante. Ana… es mucha Ana.
A mi derecha Antonio y a mi izquierda Curro.
Dos de los dueños del restaurante.
Ya
terminando la copita, cortesía de la casa, me llamaron unos amigos de Alicante
para invitarnos a una caseta de la
Feria. Y es que ¡señores! la Feria de Sevilla no empieza el lunes del
“pescaito”.
Foto de la portada de la Feria
antes del alumbrado.
Mi hermana Ana, Bea Vega y yo
bajo el plano del Real de la Feria
Con
la portada y las casetas por terminar de arreglar, enfilamos la calle del Real
Antonio Bienvenida y llegamos a la caseta de mis amigos. Si no fuera por lo que
os acabo de comentar, cualquiera podría pensar que estaba disfrutando de un
jueves de Feria, por ejemplo. No dejó de sonar la música en directo ni un solo
momento. Se iba relevando un grupo con otro y la alegría estaba dibujada en la
cara de todos mis amigos. Pero teníamos que reservarnos para el día siguiente
pues iba a ser de muchos nervios y tensiones. Así que en vez de darlo todo, nos
fuimos a dormir relativamente pronto.
Ambiente el viernes 12
en la caseta de Paco Lastra
Con tres miembros de mi equipo en la caseta.
De izq a dcha:
Miguel Mariscal, Rosalba Gómez y José Buyo.
A
la mañana siguiente nos despertamos todos temprano y casi sincronizados. La
inquietud por lo que nos quedaba por vivir no nos dejó disfrutar más tiempo de
la cama. ¡Ah, por cierto! se me ha olvidado comentaros antes que mi amigo
Manuel Lombo nos dejó su casa de la calle Betis para que nos quedáramos allí
mis amigos y yo. Y es que resulta que justo ese fin de semana él tenía que
cantar en Torrevieja (Alicante). Las cosas de la vida… Yo para su tierra y él
para la mía en tan señalada fecha…
He
de deciros que, bajo mi punto de vista, no creo que exista un sitio con mejores
vistas que la casa de mi Lombi… Mientras desayunábamos en el salón, no podíamos
quitar la vista de la imagen que enmarcaban sus balcones… El río Guadalquivir,
el Puente de Triana, la
Maestranza, la
Torre del Oro, la
Giralda… Un deleite para los sentidos que acabó
hipnotizándonos.
Maravillosas vistas desde el balcón
de la casa de Manuel Lombo
Hicimos
del desayuno una larga charla. La mesa camilla que preside el salón te atrapa y
por ello tuvimos que empujarnos unos a otros para que, de una vez por todas,
fuéramos capaces de quitarnos el pijama y arreglarnos. ¡Qué a gustito se está
allí!
Una
vez lo logramos, salimos a la calle y nos dirigimos a comer con el resto del
equipo a un restaurante que se encuentra al principio de la calle Betis “La Taberna del Pescador”. El día era espectacular, el sol
lucía espléndido y no quedaba casi ninguna silla libre en las terrazas que
visten la ribera trianera del Guadalquivir. Poco a poco los nervios de la
corrida se iban haciendo más intensos. Pero hicimos un esfuerzo… y al final pudimos desconectar un poquito disfrutando así de ese ratito entre amigos.
Grupo de chicas.
De izq a dcha:
Ana Dols, Bea Vega,
María Salvador y Rosalba Gómez.
Grupo de chicos.
De izq a dcha:
Daniel Entrellardat, Antonio Sánchez-Marco,
José Buyo y Miguel Mariscal.
Y
llegó la hora de acicalarse para los toros. Las duchas las organizamos por
turnos y las chicas nos reunimos en el salón para maquillarnos juntas. De
fondo sonaba la marcha de Semana Santa “Pasa la Macarena”. Y es que cada vez que me quedo en casa de Manuel seguimos el mismo ritual cuando
torea Josemari. Lombo no estaba, pero me dejó preparado el C.D. en el
reproductor para que yo no faltara a nuestra liturgia aún en su ausencia.
Ya
listos y con los nervios por vestido, iniciamos el camino que separa Triana de la Maestranza. Tardamos
en llegar y no porque la distancia fuera larga, sino porque nos cruzamos con
muchos amigos y conocidos que nos querían desear suerte a mi hermana y a mí en
esa tarde tan importante.
Cruzando el Puente de Triana.
Saludando a la Duquesa de Alba
en la puerta de la Maestranza
Cuando
conseguimos situarnos en nuestras localidades, creo que no me equivoco si digo
que a todos nos empezó a latir el corazón con más fuerza. Y es que, los que no
éramos familia de Josemari, eran buenos amigos suyos. Sufrimos y disfrutamos absolutamente
todos…
Lleno de no hay billetes.
No
voy a entrar en detalles de lo que ocurrió y de lo que sentimos a lo largo de
la tarde porque eso lo tengo reservado para el siguiente post. Lo que sí os
puedo decir es que ha sido el día más intenso de mi vida.
A
ver, prosigo. Una vez terminó la encerrona, nos quedamos sentados alrededor de
media hora en nuestros asientos del tendido siete viendo como se vaciaba de aficionados la
Maestranza paulatinamente. Parecía como si nos hubiese pasado
una apisonadora por encima. Necesitábamos tiempo para recuperarnos de tantas
emociones…
Esperando para salir de la plaza.
Todo el grupo de amigos.
De izq a dcha y de abajo a arriba:
Bea Vega, María Salvador, Rosalba Gómez,
Dani Entrellardat, Ana Dols, Miguel Mariscal,
Elena Rodrigo, David Martínez y José Buyo.
Cuando
conseguimos medianamente volver a ser personas, salimos de la plaza en
dirección al lugar de reunión “obligado” después de los toros en Sevilla: el
restaurante “Puerta Grande”. Allí nos encontramos con profesionales del toro,
seguidores de Josemari y amigos que habían venido de todas partes del mundo con
motivo de los seis toros. Fue un no parar… Brindamos por las dos orejas, cambiamos
impresiones de la corrida y nos pusimos al día con aquellos a los que hacía
tiempo que no veíamos.
Restaurante "Puerta Grande"
Calle Antonio Díaz, 33.
Con mis amigas. Grandes seguidoras de Josemari.
De izq a dcha:
Yolanda González, Nuria González,
Nieves Álvarez y Rosalba Gómez.
Resulta
que esa misma noche un amigo mío francés, Cedric Reversades, había organizado con
motivo de su cumpleaños y aprovechando la especial cita taurina, una fiesta en
una preciosa casa del barrio de Santa Cruz. Nosotros, como ya somos perros
viejos, optamos por comer algo antes de ir para allá en el restaurante del que os acabo
de hablar y que es de un gran amigo de mi familia: Antonio Donaire (también
conocido como “el Morito”). Queríamos reponernos antes de la
celebración…
Con
la cena ya entre pecho y espalda y el nivel de las energías estabilizado, nos
despedimos de mi querido Antonio agradeciéndole lo bien que nos había tratado.
Fue en ese momento de besos y abrazos cuando me sorprendió regalándome una
impresionante foto de mi hermano Josemari tomada por el fotógrafo taurino
Eduardo Porcuna la pasada Feria de San Miguel.
Recibiendo el regalo de manos
de mi querido Antonio Donaire.
Con Eduardo Porcuna,
el autor de la fotografía.
Bueno,
os sigo contando. A eso de la una de la madrugada, los taxis que habíamos
cogido para que nos acercaran hasta el barrio de Santa Cruz, nos dejaron en la entrada
de dicho barrio pues no se puede acceder más allá en coche. Previamente nos
habían dado las indicaciones precisas para llegar andando a la casa donde nos
habían citado. Por mucho hincapié que hicieron en las referencias, nos
dimos un tremendo paseo de media hora perdidos por los mágicos callejones
empedrados. Ni que decir tiene que a más de una los tacones nos jugaron una
mala pasada. Y lo hicieron hasta tal punto que casi terminamos besando el
suelo. Pero como se suele decir, nosotras… “antes muertas que sencillas”.
Por
fin conseguimos llegar a la calle Pimienta, número 4. El ambiente que nos
recibió fue espectacular. Y es que Cedric es un gran anfitrión. Había
organizado la fiesta supervisando hasta el último detalle. No dejaron de tocar
grupos durante toda la noche, alternando actuaciones de música más bailable
con otras para escuchar sentados. Casi todos los que estábamos allí nos
conocíamos y he de deciros que nos dejamos lo poco que nos quedaba de nuestros pobres
y sufridos piececitos bailando al son de la música de “Los Alpresa”. No hay
fiesta que se precie en la que no estén contratados. De hecho animaron la boda
de mi hermano Josemari. Y es que con el ritmazo que tienen no hay quien se
quede sentado en la silla ¡os lo aseguro! Mis amigos de Alicante no hacían otra
cosa que repetir “¡Qué fiestón!”, convirtiéndose al final esta expresión en la
frase del viaje. ¿Verdad Dani?
Ambientazo en la fiesta
de mi amigo Cedric.
Los Alpresa tocando.
Con Fiona Ferrer.
Conforme
fueron pasando las horas, la noche se fue haciendo más y más cómplice de los
que allí estábamos. Entre actuación y actuación no faltaba un espontáneo que se
arrancara a cantar…. Miraras para donde miraras encontrabas sonrisas. La
sensación que éstas transmitían era la de que nadie se quería ir a dormir. Pero
todo lo bueno llega a su fin… y con las claras del alba entrando por el patio
que distribuye las diferentes estancias de la casa, decidimos poner fin a ese
día, esa tarde y esa noche; todos ellos tan intensos. La cama nos esperaba… y camino del
taxi nosotros también a ella.
Caímos
rendidos, felices, realizados y con miles de sensaciones y sentimientos
revoloteando en nuestro interior. Y así, entre sueño y realidad, llegó el final
del tan ansiado y esperado viaje sevillano.
Bueno,
ahora sí que me despido hasta el siguiente post. Pero antes de hacerlo me
gustaría agradecerle, con todo el cariño del que soy capaz, el apoyo,
compañerismo, comprensión y generosidad que me brindaron mis compañeros de
aventura: Rosalba Gómez (@rosalba_gomez), José Buyo (@josebuyo), Miguel
Mariscal (@dr_mariscal), Daniel Entrellardat, María Salvador, Bea Vega
(@vega_bea), Antonio Sánchez-Marco y mi adorada hermana del alma Ana. Equipo, ya
sabéis todo lo que os quiero. No hubiese sido lo mismo sin vosotros.
Con
el corazón bailando por sevillanas os mando besos y abrazos a repartir.
Yeyes.