Sábado
13 de abril de 2013. Seis y media de la tarde. Colgado en las taquillas de la Maestranza el cartel de
no hay billetes. En los tendidos se intuye a la ilusión, a la emoción y a las
ganas de disfrutar revoloteando de la mano sobre los allí presentes.
Suenan
puntuales los clarines y timbales y tras ellos el cerrojazo que pone en alerta
a Josemari. Abrazado a su capote de paseo pisa el albero maestrante para
enfrentarse por primera vez a seis toros en solitario. El público aplaude
ansioso el paseíllo y él concentrado y rezando, aguarda en la primera raya de
picar, a que concluya el minuto de silencio en memoria del alma de la ganadera
recientemente fallecida, Doña Dolores Aguirre. Tras este momento de
recogimiento, cambia su capote de seda por el de brega, mira las banderas, mece
al aire dos lances e intercambia con mi padre una mirada de complicidad
utilizando ese lenguaje que sólo ellos entienden.
Yo
de repente me encuentro sola en el tendido. Mi cuerpo se pone en tensión, el
corazón late sin control y me aferro con fuerza a la Guadalupana que cuelga
de mi cuello.
Sale
el primer toro y se nota en el ambiente las ganas de los presentes por
deleitarse con su toreo. Josemari se
entiende con él pero la música no acompaña su faena. Tras una buena estocada
recibe una ovación en el tercio. Quedan cinco toros –pensarían los presentes-
vamos a administrarnos. Pero a partir del segundo toro la mala suerte, impía,
se presenta para acompañarnos. Mi padre y mi hermano Manuel sufren en el
callejón como si fueran ellos los que estuviesen toreando. Yo no dejo de
mirarlos buscando algún signo que apacigüe mi alma y me anime, pero sus caras
son de preocupación. El corazón me oprime el pecho.
Sale
el tercer toro, el de Victorino. Es serio y precioso de hechuras. Yo me aferro
aún con más fuerza a mi medalla y rezo con un fervor desconocido hasta el
momento. Entonces me acuerdo de los que no están. Pienso en mis tíos, sentados
en esa barrera celestial, y les ruego gritando en silencio. El peligro del toro
me hace hiperventilar, la adrenalina sube hasta las nubes. Vuelven entonces mis
ojos a buscar el amparo de mi familia en los burladeros, pero sólo hallo
preocupación y el cuerpo tembloroso de Manolito. A partir de ese momento
escondo mi cara entre las manos haciendo de mis oídos mis ojos. Percibo por fin
que está muerto el toro y las lágrimas recorren abundantemente mi rostro sin
previo aviso. Pienso en marcharme de la plaza, pero una energía más grande que
mi voluntad me impide hacerlo. Si mi hermano va a hacer el esfuerzo, yo lo hago
con él.
No
hay tregua. No tengo el más mínimo respiro. Son seis toros para él solo. Yo
fumo mientras los areneros arreglan el piso; tengo promesa de no hacerlo
mientras está el toro en el ruedo y así consumo los cigarros desesperadamente.
La
tarde está demasiado cuesta arriba. El desánimo quiere adueñarse de nuestras
almas, pero la fé ciega que tengo en el que va vestido de azul y oro y en su
Madre del Cielo no permite que se desvanezcan las esperanzas. Vuelvo a buscar a
mi padre. Se acerca a mi hermano entre toro y toro y yo en esos momentos
parezco escuchar sus consejos. Encuentro entonces algo de paz… Pero la tarde
sigue sin despegar.
Absorta
me quedo pensando en toda la gente que quiere a Josemari: mi madre rezando el
rosario en casa; su mujer, Rocío, a punto de dar a luz con los nervios
agarrados en la barriga donde descansa Julieta (esa niña va a ser muy
valiente); mi sobrino Josemari que siente adoración por su padre; y también pienso
en los demás familiares que se hallan situados en distintos lugares de la plaza.
Auque todos ellos estaban lejos de mí, los sentí más cerca que nunca y
consiguieron, sin ser conscientes, darle un empujón a mi ánimo volviéndome así más
fuerte.
Sale
el quinto de la tarde y es devuelto a los corrales por falta de fuerza. ¿Qué
más puede pasar? En su lugar aparece un sobrero de Juan Pedro Domecq. Parece
que tiene buen son aunque se le adivina el aguante justo. Lo cuidan en la lidia y Josemari se viene algo arriba. Entiende al toro, le da sus tiempos y alturas y por fin
suena la música: “Cielo Andaluz”. Pero el sueño se desvanece a la par que el empuje del toro. Hay que matarlo…. Otra vez se adueña de mí la desesperación.
Miro
de nuevo al callejón y descubro la cara de Josemari triste. Está cansado, lleva
mucho a sus espaldas. Me concentro en entregarle todas mis fuerzas. También lo
hacen mi padre y mis hermanos. Se apoya derrotado en las tablas con su mano
derecha en el hombro izquierdo rezándole al Ángel de la Guarda.
FOTO: Jose Ramón Lozano
Y
entonces, la Maestranza
rompe al unísono en una ovación llena de cariño y ánimo. Josemari no es capaz
de levantar la vista del ruedo para agradecerlo. Juraría que una lágrima
recorrió su rostro. Y sin elevar la mirada del piso, se va con garra y arrebato
a la puerta de chiqueros para recibir al que cerraba plaza a “Porta Gayola”.
FOTO: Carlos Núñez
Sale
el de Juan Pedro, le pega la larga de recibo y tras ésta dos más. Se enjareta
con el toro en un emocionante baile por verónicas y le regala a nuestro tío
Julio Robles, que está en el cielo, una media de rodillas. La plaza rompe por
fin en aplausos y vítores.
FOTO: Carlos Núñez
Cambia
el gesto de Josemari, cambia el gesto de mi padre, cambian los gestos de mis
hermanos y también cambia el mío. Vuelve entonces a apoderarse de nosotros la
emoción, pero esta vez de una manera distinta. Ahora lo hace alegre y
esperanzada. La lidia se desarrolla rozando la perfección y mi hermano no
pierde detalle del quehacer de sus subalternos.
Llega
la hora de la faena de muleta. Coge sus trastos y se va, montera en mano, a la
misma boca de riego. Brinda al público, a su público, devolviéndole de esta
manera el cariño y el apoyo recibidos durante esa y tantas otras tardes
maestrantes. Está dispuesto a echar los restos.
FOTO: Carlos Núñez
Han
cuidado y mimado al toro durante la lidia y él empieza dándole confianza
citándolo de lejos y aliviando la salida con la muleta algo más alta.
Y
ya en el ocaso del día, sus mágicas muñecas devuelven la ilusión a los 13.000
espectadores que allí estábamos. Suena de nuevo la música. Otra vez “Cielo
Andaluz”. Ese mismo pasodoble que le acompañara en la faena con la que
consiguiera sus primeras dos orejas en Sevilla y que posiblemente pasará a la
historia como el pasodoble de Manzanares.
FOTO: Carlos Núñez
Se
suceden las series con la plaza en pie y yo entonces distraigo mi atención…
Tenía que calmar el sufrimiento de mi madre y de Rocío… Así que me pongo a
contarles por mensajes todo lo que estaba aconteciendo. Quizá me perdí con ello
pases gloriosos, desplantes cargados de torería o cambios de mano de cartel de
toros; pero el sufrimiento de las madres es sagrado. No podía hacer otra cosa
que intentar amainar los suyos.
Llegó
la hora de matar. El silencio se escuchaba. Bajo los tendidos de sol cuadró mi
hermano al toro, al buen toro de Juan Pedro, con el éxito agarrado en su
empuñadura. Lo citó, lo espero, y le proporciono un estoconazo recibiendo. En
ese momento se adueño de mí y de todos
los que esperábamos deseosos el triunfo, la locura. Las lágrimas volvieron a
brotar pero ya no eran amargas, sabían a Mediterráneo. Dos orejas. Dos orejas y
la recompensa a tanto sacrificio, entrega, sufrimiento y preparación. ¡Qué
merito!
FOTO: Carlos Núñez
Yo
me quede absorta en el tendido, impactada por todo lo ocurrido, sentada sin
poder moverme de mi localidad, tratando de asimilar, sin lograrlo, todo lo que
había acontecido durante esas dos horas y media que se me hicieron eternas.
Y
sigo emocionándome mientras escribo. Creedme si os digo que todavía me estoy
recuperando de aquel sábado 13 de abril. Y es que ha sido el día más intenso de
mi vida sin lugar a dudas. Os diré que no existe en este mundo medidor capaz de
calcular el ORGULLO y ADMIRACIÓN que siento por mi hermano.
Bueno...
yo ya me despido de vosotros rota, con las emociones revividas y con el corazón
de nuevo acelerado.
¡Qué
GRANDE eres Josemari, qué GRANDE!
Yeyes.
Otra vez a llorar!!!!! Y tampoco existe en el mundo medidor capaz de calcular la intensidad de tus palabras, Yeyes, eres un orgullo de hija,de hermana y de amiga....Te quiero!!!
ResponderEliminarOtra vez a llorar!!!!! Y tampoco existe en el mundo medidor capaz de calcular la intensidad de tus palabras, Yeyes, eres un orgullo de hija,de hermana y de amiga....Te quiero!!!
ResponderEliminarOtra vez me haces llorar de emoción!!!
ResponderEliminarY tampoco existe en el mundo medidor capaz de calcular la intensidad de tus palabras, Yeyes ,eres un orgullo de hija,de hermana y de amiga.....Te quiero tanto!!!!
Buenos días Yeyes!! Lo primero gracias por escribir esto hoy, acabo de salir de un examen y haberlo leído antes de entrar ha hecho que recordara lo feliz que fui esa tarde, si no te importa te pondré lo que yo sentí ese día .
ResponderEliminarPara mi Sevilla fue un sueño hecho realidad, nunca crei que pisaría la Maestranza y muchos menos que sería mi Torero José María Manzanares. Pero cuando supe de este día tan especial para el me propuse hacer todo lo imposible para asistir, acompañarle en ese gran día tan importante para el, y para todos los que le seguimos y nos emociona con su toreo. Ahorre todo lo que pude para realizar ese viaje tan esperado, y conseguí ahorrar y gastarme todo en ese día tan especial que lo volvería hacer una y mil veces, probablemente sea el único día de toros que me haya podido permitir este año pero ha merecido la pena gastarlo todo en ese día. También agradecer a mis amigos que me llevaron en su coche. Yo sabía que ese día iba a ser especial, no pude dormir en toda la noche, ( aunque ya llevaba una semana y media con la cuenta atrás). Por fin llegamos a Sevilla, mis ojos se llenaron de lágrimas y el corazón se me encogió eran muchos sentimientos, fuimos corriendo a la maestranza y corriendo cogí mi entrada reservada, en ese momento que la tenía en la mano sabía que ya estaba aki ese día tan esperado y que ya nadie podía quitarme la ilusión ni el sueño de pisar la maestranza para ver a Manzanares.
Yo estaba ansiosa y deseosa por que llegara la tarde . Cuando Ya por fin conseguí sentarme en mi asiento (tendido 9 fila 9 n23, nunca Lo olvidare) se abrió esa puerta y ahí estaba el, el arte personificado, por el que tantO esfuerzos hago por poder verlo, mis ojos se llenaron de lágrimas y me deje llevar por los sentimientos q me recorrían. Mi sorpresa no terminaba ahí, exe un vistazo al callejón y ahí estaba el, José María 'manzanares (padre) al que me en Encantaría conocer, pero me conformo con haberlo visto, saber que es de verdad!! Y junto a el , Manuel, al que tuve el gusto de conocer y le agradezco su atención hacia mi.
Bueno no me enrollo más que yo me dejo llevar y soy capaz de escribir un libros. Simplemente decir que los días 13 han marcado mi vida, el 13 de de febrero pude conocer a Manzanares en el congreso de Madrid, y el 13 de Abril pude verlo torear en la plaza estando yo presente y que menos que en la Maestranza.
Quiero pedirte disculpas Yeyes por ocuparte este espacio para escribir pero es algo que llevo dentro y necesito contarlo, me siento muy orgullosa de tu hermano, y de tu familia, sois todos encantadores y buenísimas personas, y que esa tarde no defraudo y nos fuimos muy alegres con dos orejas. Me gustaría que le hicieses llegar a tu hermano estas palabra de agradecimiento, porque gracias a el a su toreo puedo refugiarse y aferrarme en los malos momentos, y cada vez que veo una Verónica suya se me esboza una sonrisa de la cara . MUCHAS GRACIAS. A tu por supuesto por plasmar os tus palabras y tus sentires!!!
Un besaZo para todos
PD: enhorabuena por el nacimiento de Julieta, que viene llena de arte y esenci Manzanarista !!
Enhorabuena Yeyes!
ResponderEliminarqué manera de trasmitir tus emociones.Bravo!
Esas lágrimas.Te ví el año pasado salir de la Maestranza llorando de alegría porque tu hermano salía a hombros. Te ví que seguías llorando en Puerta Grande,recibiendo las felicitaciones de todos. No sabía quién eras,me lo dijeron.
Me alegro mucho de que te hayas decido a hacer este blog. Lo estoy disfrutando.Un lujo
Enhorabuena por el blog, yo dtuve esa tarde alli, no podrias haber descrito mejor esa maravillosa tarde del 13 de Abril. Todos pasamos angustia sabiendo el sufrimiento de Jose Mari y todos comparyimos la alegria de esas dos orejas. Sevilla siempre lo recibirá como lo que es, un grandisimo torero, valiente por esos seis toros, y unico por ese indulto.
ResponderEliminarSi la gente tuviera la elegancia y sensibilidad como escribes las cosas serian de otra manera
ResponderEliminarManzana bloguera Enhorabuena por tu elegancia y sensibilidad otra vez emocionada
ResponderEliminarMILLONES DE GRACIAS A TODOS POR VUESTRAS PALABRAS Y POR COMPRENDER MIS SENTIMIENTOS!
ResponderEliminarHe tratado de explicarlo de la mejor manera de la que he sido capaz, porque como ya comenté en el post... ¡Hablar de los sentimientos no es tarea fácil!
¡¡Besazos y abrazos a repartir!!