sábado, 20 de abril de 2013

SEVILLA (PARTE II)

Desde el mismo momento en que se dio la noticia de que Josemari se iba a encerrar con seis toros en La Feria de Sevilla, mis amigos y yo decidimos organizar un viaje para no perdernos EL ACONTECIMIENTO. Lo primero que hicimos fue crear un grupo en whatsapp al que mi ingeniosa amiga María bautizó como “Toros y Cerditos”. ¡No pongáis cara de susto! Os explico el porqué de lo de cerditos. Otra de mis amigas, Rosalba, en cuanto se enteró de los carteles de Sevilla le regaló a su novio José una hucha para que ahorrara algo para el viaje… Así, cada vez que alguno de los amigos llegaba a su casa echaba en ella la voluntad. No sé si al final los ahorros porcinos dieron mucho de sí… pero el nombre, como podréis comprobar, ya creo que lo hizo.


Famosa hucha con forma de cerdito.


Bueno, pues en este peculiar grupo fuimos concretando los pormenores del viaje a lo largo de casi tres meses y, a parte de reírnos con las genialidades de sus miembros, fuimos contagiándonos la ilusión unos a otros.

Llegó la hora de la verdad. Después de haber pasado los días previos comentando entre las chicas los modelitos que nos íbamos a llevar, el viernes por la mañana salimos en dos coches destino: SEVILLA. No sé si os podréis imaginar cómo fue el viaje de ida, pero si os comento que mis amigos son de lo más ocurrentes, concluiréis en que las risas estuvieron aseguradas.

A eso de la media tarde ya estábamos allí y antes de ponernos a sacar maletas, nos tomamos unas cañitas en el hotel donde siempre se queda mi hermano cuando torea en Sevilla: “Los Lebreros”. Ninguno achacamos demasiado los casi 700 km de camino. Estábamos ansiosos por disfrutar de la cantidad de opciones que siempre ofrece esta maravillosa ciudad. Y entre anécdotas del viaje y más risas, concretamos la hora de la cena y nos dispusimos a arreglarnos.

Como ya os comenté en el post anterior, la encargada de organizar la cena fue mi amiga Bea Vega y he de decir que no pudo elegir mejor sitio que “El Volapié” en el barrio de Triana. Os diré que no hay vez que ponga un pie en Sevilla y no pase por allí aunque sea para tomarme una coca-cola. Y es que, a parte de que allí se come como en pocos sitios y a un precio mejor que bueno, sus dueños están “sembraos” y les sale el arte por los cuatro costados. Si tenéis la oportunidad de ir, no dejéis de hacerlo. Estoy convencida de que me daréis la razón.





Tarjeta de visita y detalles
del restaurante "El Volapié".


Os sigo contando. En “El Volapié” cenamos a cuerpo de rey y alargamos la sobremesa con una copita a la que nos invitaron sus simpáticos dueños. Cuando vayáis, no os sorprendáis si se arranca a cantar en el momento más inesperado alguno de los comensales de las mesas vecinas… porque así nos ocurrió a nosotros. Y ¡cómo no! mi hermana Ana ni corta ni perezosa se levantó de la silla, cogió el pañuelo que llevaba al cuello y se puso a torear al compás de los tangos que sonaban. La ovación de todo el que estaba en el restaurante fue casi maestrante. Ana… es mucha Ana. 


 A mi derecha Antonio y a mi izquierda Curro.
Dos de los dueños del restaurante.


Ya terminando la copita, cortesía de la casa, me llamaron unos amigos de Alicante para invitarnos a una caseta de la Feria. Y es que ¡señores! la Feria de Sevilla no empieza el lunes del “pescaito”.



 Foto de la portada de la Feria
antes del alumbrado.

Mi hermana Ana, Bea Vega y yo
bajo el plano del Real de la Feria


Con la portada y las casetas por terminar de arreglar, enfilamos la calle del Real Antonio Bienvenida y llegamos a la caseta de mis amigos. Si no fuera por lo que os acabo de comentar, cualquiera podría pensar que estaba disfrutando de un jueves de Feria, por ejemplo. No dejó de sonar la música en directo ni un solo momento. Se iba relevando un grupo con otro y la alegría estaba dibujada en la cara de todos mis amigos. Pero teníamos que reservarnos para el día siguiente pues iba a ser de muchos nervios y tensiones. Así que en vez de darlo todo, nos fuimos a dormir relativamente pronto.



 Ambiente el viernes 12
en la caseta de Paco Lastra
 
 Con tres miembros de mi equipo en la caseta.
De izq a dcha: 
Miguel Mariscal, Rosalba Gómez y José Buyo.


A la mañana siguiente nos despertamos todos temprano y casi sincronizados. La inquietud por lo que nos quedaba por vivir no nos dejó disfrutar más tiempo de la cama. ¡Ah, por cierto! se me ha olvidado comentaros antes que mi amigo Manuel Lombo nos dejó su casa de la calle Betis para que nos quedáramos allí mis amigos y yo. Y es que resulta que justo ese fin de semana él tenía que cantar en Torrevieja (Alicante). Las cosas de la vida… Yo para su tierra y él para la mía en tan señalada fecha…

He de deciros que, bajo mi punto de vista, no creo que exista un sitio con mejores vistas que la casa de mi Lombi… Mientras desayunábamos en el salón, no podíamos quitar la vista de la imagen que enmarcaban sus balcones… El río Guadalquivir, el Puente de Triana, la Maestranza, la Torre del Oro, la Giralda… Un deleite para los sentidos que acabó hipnotizándonos.




 Maravillosas vistas desde el balcón 
de la casa de Manuel Lombo

Hicimos del desayuno una larga charla. La mesa camilla que preside el salón te atrapa y por ello tuvimos que empujarnos unos a otros para que, de una vez por todas, fuéramos capaces de quitarnos el pijama y arreglarnos. ¡Qué a gustito se está allí!

Una vez lo logramos, salimos a la calle y nos dirigimos a comer con el resto del equipo a un restaurante que se encuentra al principio de la calle Betis “La Taberna del Pescador”. El día era espectacular, el sol lucía espléndido y no quedaba casi ninguna silla libre en las terrazas que visten la ribera trianera del Guadalquivir. Poco a poco los nervios de la corrida se iban haciendo más intensos. Pero hicimos un esfuerzo… y al final pudimos desconectar un poquito disfrutando así de ese ratito entre amigos.



 Grupo de chicas.
De izq a dcha:  
Ana Dols, Bea Vega, 
María Salvador y Rosalba Gómez.
 

 Grupo de chicos.
De izq a dcha: 
Daniel Entrellardat, Antonio Sánchez-Marco, 
José Buyo y Miguel Mariscal.


Y llegó la hora de acicalarse para los toros. Las duchas las organizamos por turnos y las chicas nos reunimos en el salón para maquillarnos juntas. De fondo sonaba la marcha de Semana Santa “Pasa la Macarena”. Y es que cada vez que me quedo en casa de Manuel seguimos el mismo ritual cuando torea Josemari. Lombo no estaba, pero me dejó preparado el C.D. en el reproductor para que yo no faltara a nuestra liturgia aún en su ausencia.

Ya listos y con los nervios por vestido, iniciamos el camino que separa Triana de la Maestranza. Tardamos en llegar y no porque la distancia fuera larga, sino porque nos cruzamos con muchos amigos y conocidos que nos querían desear suerte a mi hermana y a mí en esa tarde tan importante.



 Cruzando el Puente de Triana.

 Saludando a la Duquesa de Alba
en la puerta de la Maestranza


Cuando conseguimos situarnos en nuestras localidades, creo que no me equivoco si digo que a todos nos empezó a latir el corazón con más fuerza. Y es que, los que no éramos familia de Josemari, eran buenos amigos suyos. Sufrimos y disfrutamos absolutamente todos…



 Lleno de no hay billetes.


No voy a entrar en detalles de lo que ocurrió y de lo que sentimos a lo largo de la tarde porque eso lo tengo reservado para el siguiente post. Lo que sí os puedo decir es que ha sido el día más intenso de mi vida.

A ver, prosigo. Una vez terminó la encerrona, nos quedamos sentados alrededor de media hora en nuestros asientos del tendido siete viendo como se vaciaba de aficionados la Maestranza paulatinamente. Parecía como si nos hubiese pasado una apisonadora por encima. Necesitábamos tiempo para recuperarnos de tantas emociones…



 Esperando para salir de la plaza.

Todo el grupo de amigos.
De izq a dcha y de abajo a arriba:
Bea Vega, María Salvador, Rosalba Gómez
Dani Entrellardat, Ana Dols, Miguel Mariscal,
Elena Rodrigo, David Martínez y José Buyo. 


Cuando conseguimos medianamente volver a ser personas, salimos de la plaza en dirección al lugar de reunión “obligado” después de los toros en Sevilla: el restaurante “Puerta Grande”. Allí nos encontramos con profesionales del toro, seguidores de Josemari y amigos que habían venido de todas partes del mundo con motivo de los seis toros. Fue un no parar… Brindamos por las dos orejas, cambiamos impresiones de la corrida y nos pusimos al día con aquellos a los que hacía tiempo que no veíamos.


Restaurante "Puerta Grande"
Calle Antonio Díaz, 33.
 
 Con mis amigas. Grandes seguidoras de Josemari.
De izq a dcha:
Yolanda González, Nuria González, 
Nieves Álvarez y Rosalba Gómez.


Resulta que esa misma noche un amigo mío francés, Cedric Reversades, había organizado con motivo de su cumpleaños y aprovechando la especial cita taurina, una fiesta en una preciosa casa del barrio de Santa Cruz. Nosotros, como ya somos perros viejos, optamos por comer algo antes de ir para allá en el restaurante del que os acabo de hablar y que es de un gran amigo de mi familia: Antonio Donaire (también conocido como “el Morito”). Queríamos reponernos antes de la celebración…

Con la cena ya entre pecho y espalda y el nivel de las energías estabilizado, nos despedimos de mi querido Antonio agradeciéndole lo bien que nos había tratado. Fue en ese momento de besos y abrazos cuando me sorprendió regalándome una impresionante foto de mi hermano Josemari tomada por el fotógrafo taurino Eduardo Porcuna la pasada Feria de San Miguel. 



 Recibiendo el regalo de manos
de mi querido Antonio Donaire.

 Con Eduardo Porcuna,
el autor de la fotografía.


Bueno, os sigo contando. A eso de la una de la madrugada, los taxis que habíamos cogido para que nos acercaran hasta el barrio de Santa Cruz, nos dejaron en la entrada de dicho barrio pues no se puede acceder más allá en coche. Previamente nos habían dado las indicaciones precisas para llegar andando a la casa donde nos habían citado. Por mucho hincapié que hicieron en las referencias, nos dimos un tremendo paseo de media hora perdidos por los mágicos callejones empedrados. Ni que decir tiene que a más de una los tacones nos jugaron una mala pasada. Y lo hicieron hasta tal punto que casi terminamos besando el suelo. Pero como se suele decir, nosotras… “antes muertas que sencillas”.

Por fin conseguimos llegar a la calle Pimienta, número 4. El ambiente que nos recibió fue espectacular. Y es que Cedric es un gran anfitrión. Había organizado la fiesta supervisando hasta el último detalle. No dejaron de tocar grupos durante toda la noche, alternando actuaciones de música más bailable con otras para escuchar sentados. Casi todos los que estábamos allí nos conocíamos y he de deciros que nos dejamos lo poco que nos quedaba de nuestros pobres y sufridos piececitos bailando al son de la música de “Los Alpresa”. No hay fiesta que se precie en la que no estén contratados. De hecho animaron la boda de mi hermano Josemari. Y es que con el ritmazo que tienen no hay quien se quede sentado en la silla ¡os lo aseguro! Mis amigos de Alicante no hacían otra cosa que repetir “¡Qué fiestón!”, convirtiéndose al final esta expresión en la frase del viaje. ¿Verdad Dani?



 Ambientazo en la fiesta
de mi amigo Cedric.
 
 Los Alpresa tocando.

Con Fiona Ferrer.


Conforme fueron pasando las horas, la noche se fue haciendo más y más cómplice de los que allí estábamos. Entre actuación y actuación no faltaba un espontáneo que se arrancara a cantar…. Miraras para donde miraras encontrabas sonrisas. La sensación que éstas transmitían era la de que nadie se quería ir a dormir. Pero todo lo bueno llega a su fin… y con las claras del alba entrando por el patio que distribuye las diferentes estancias de la casa, decidimos poner fin a ese día, esa tarde y esa noche; todos ellos tan intensos. La cama nos esperaba… y camino del taxi nosotros también a ella.

Caímos rendidos, felices, realizados y con miles de sensaciones y sentimientos revoloteando en nuestro interior. Y así, entre sueño y realidad, llegó el final del tan ansiado y esperado viaje sevillano.

Bueno, ahora sí que me despido hasta el siguiente post. Pero antes de hacerlo me gustaría agradecerle, con todo el cariño del que soy capaz, el apoyo, compañerismo, comprensión y generosidad que me brindaron mis compañeros de aventura: Rosalba Gómez (@rosalba_gomez), José Buyo (@josebuyo), Miguel Mariscal (@dr_mariscal), Daniel Entrellardat, María Salvador, Bea Vega (@vega_bea), Antonio Sánchez-Marco y mi adorada hermana del alma Ana. Equipo, ya sabéis todo lo que os quiero. No hubiese sido lo mismo sin vosotros.

Con el corazón bailando por sevillanas os mando besos y abrazos a repartir.

Yeyes.





4 comentarios:

  1. De principio a fin fue un viaje genial! Desde que empezó toros y cerdos, hasta el desayuno a todo correr del ultimo día! Un sueño que se cumplió en muchos aspectos gracias a ti :)
    Mil gracias por ello y por este post!
    Tq , roos

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  2. Mi Corazón también baila por bulerias leyendo tu blog...Gracias Yeyes!!!!

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    1. Qué buen soniquete el de las bulerías para acompasar los latidos del corazón!!
      Toma que toma!! ;)

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